Neuróticos que sueñan con tiempos mejores

El último tren es un pequeño espectáculo que transcurre en una estación muerta de cualquier lugar. El cowboy solitario es una de las referencias masculinas que se dan en la adolescencia como mito de madurez y aventura. Escapar, cambiar el destino marcado y vivir de otra manera, son algunas de las obsesiones de estos tres neuróticos que sueñan con tiempos mejores, mientras se debaten entre el niño y el adulto.

Dos adolescentes pierden el último tren que pretendían coger el día en que se escapan de casa. Eso les conlleva a esperar toda la noche en la estación a que salga el primer tren de la mañana. En esa espera conocerán a un tipo peculiar obsesionado con el comportamiento humano. Juntos harán lo que sea para matar el tiempo.

con David Polo, Javi Rodríguez y Sergi Manel Alonso

Escrita y dirigida por Isaac Badia

Una idea que nace tras perder un tren

    Cuando el autor de "El Último tren" era adolescente estuvo de viaje con unos amigos en la Costa Brava. Los medios de transporte elegidos para la ocasión eran toda una combinación de horarios entre autobuses y trenes para hacer el trayecto más aventurero, circunstancia que siempre era más mítica que real. Uno de esos empalmes no salió bien y se les escapó el último tren de la noche. Así que no había más remedio que esperar hasta el primer tren de la mañana en un pueblo llamado Flaçà, muy bonito, pero cuya actividad de madrugada entre semana se limitaba a una plaza con un clásico bar de dominó, evidentemente cerrado. Los gatos solitarios parecían la única señal de vida a kilómetros a la redonda. La verdad es que las cosas que uno hace para matar el tiempo en una estación de tren son un catálogo de estupideces, algunas de ellas de una profundidad sorprendente. 




    Esta pequeña anécdota en ese oscuro paraje, dio pie a la idea de "El Último Tren". Se puso a pensar como sería si aquello mismo le pasara a un par de chavales la noche en que se escapan de casa.  Probablemente las horas de espera les obligaría a reflexionar y a debatir esa impulsividad inicial.  Esa idea se quedó en un cajón. Años después vio el momento idóneo de llevarla a cabo, con la participación de tres ex alumnos a los que había impartido clases de teatro durante mucho tiempo. Su gran capacidad de improvisación y creatividad ayudaron a que finalmente se pudiera llevar a cabo dicho proyecto.



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